viernes, 31 de agosto de 2012

(grass) Hopper... el saltamontes que pintaba girasoles


SelfPortrait. Edward Hopper
SelfPortrait 1925-30


Algo tiene esa mirada. No nos mira directamente, sino de lado. Con una cierta timidez, asomándose debajo de ese sombrero, unos ojos azules como el cielo nos observan y podríamos decir que nos cuestionan. El gesto de este hombre me recuerda a la sonrisa más famosa de la Historia del Arte, la de la Mona Lisa. Un gesto a caballo entre la sonrisa y la seriedad ¿Os suena este hombre? Es Edward Hopper, uno de los pintores realistas norteamericanos más maravillosos del siglo XX. Hasta el 16 de septiembre tenéis la oportunidad de ir a ver la mayor exposición de obras de este artista que se haya realizado nunca en Europa. Podéis verla en el Thyssen, con obras procedentes de las colecciones del MoMA (NYC), Metropolitan (NYC) y Museo de Fine Arts de Boston, entre otros.

En el título del post, le he llamado saltamontes (GrassHopper) porque así es como sus compañeros de clase llamaban a este pintor, cuando aún era un tímido adolescente. Parece que la incapacidad de relacionarse mediante palabras con sus compañeros dio rienda suelta a otra forma de comunicación, que sería la ilustración, y, posteriormente, la pintura. 

Gasolinera. Edward Hopper. 1940
Gasolinera, 1940

Rieles al atardecer, 1928
De noche en la oficina. Edward Hopper. 1940
De noche en la oficina, 1940
La mirada de Hopper es tímida, siempre observando desde la distancia los lugares, las personas, las rutinas, la intimidad de los hogares a través de las ventanas. Esa mirada de su autorretrato, ladeada, escondida, discreta pero a la vez intensa, sólo la vemos una vez sobre un liezo en ese autorretrato. El resto de obras que nos muestra Hopper representan lo que llega a su retina a través de esa mirada y, por un corto espacio de tiempo, conseguimos tener los ojos del artista. 
En sus propias palabras: "En el desarrollo de todo artista siempre se encuentra el plan de la obra futura ya en la obra primeriza. El núcleo, en torno al cual el artista levanta su obra, es él mismo; es el yo central, la personalidad o como se la quiera llamar, y esto apenas cambia desde el nacimiento a la muerte. Lo que una vez fue el artista, lo es siempre con leves variaciones. Los vaivenes de la smodas en relación con los métodos o los temas le cambian poco o nada". Y en el caso de su obra, sus palabras quedan confirmadas. ¿Qué fue lo que intentó este artista?. Él mismo lo explica: "Quizá no sea muy humano. Mi intención era pintar la luz del sol en la pared de una casa". Pintando la luz del sol en las superficies, tallando con su pincel el blanco del lienzo como la luz moldea con las sombras la realidad, Hopper consiguió pintar la luz. Si nos fijamos bien en los cuadros de Hopper, veremos que las superficies son planas, pero los colores de luces y sombras están tan estudiados que consigue con planos lo mismo que sus antecesores, los impresionistas, con sus nerviosas pinceladas. En los cuadros de Hopper no hay detalles, y sin embargo al entornar los ojos nos parece que estamos, ya no frente a una foto, sino frente a una ventana.

Luz del sol en el segundo piso, 1960. Edward Hopper
Luz del sol en el segundo piso, 1960

Hopper decía que los humanos somos girasoles. Siempre buscando la luzY al son que marca esa luz, aparecen en su obra, casi de forma anecdótica pero llamando poderosamente la atención de quien contempla sus cuadros, personas que viven sus pequeñas vidas bañándose en esa luz. En la luz del atardecer, de media mañana, de los primeros rayos de luna... Uno de los cuadros que más me ha llamado la atención de la exposición ha sido "Grupo de gente al sol". Hopper vio a estas personas en medio de la ciudad robándole unos rayos al sol, pero los representó en un paraje idílico, con unos trigales y unas montañas azuladas de fondo. Seguramente, el lugar donde esas personas hubieran escogido estar, de haber podido elegir. Es una obra de un humor sutil y entrañable, que me parece representativa de la búsqueda de Hopper de esa luz y esos girasoles en sus cuadros. Estas personas, trajeadas, y claramente fuera de contexto, son los girasoles que Hopper representó durante toda su vida, bailando al son del sol.

 "Con un apuntador detrás de cada tragaluz soplándole una réplica mordaz, los tímidos tendrían la última palabra", ya lo dijo el personaje Amelie Poulain. Digamos que (grass)Hopper, el saltamontes que pintaba girasoles, tenía la réplica mordaz pegadita en las cerdas de su pincel.


Grupo de gente al sol. Edward Hopper. 1960
Grupo de gente al sol. 1960

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te recomiendo que leas el articulo que en el blog llamado "El frikismo ilustrado", una de sus seguidoras escribe sobre su visita a la exposicion de Hoppr. Lo titula: "Hopper: cronica novelada de una exposición". Es divertido, ameno y muy muy original. Te lo recomiendo.

Anónimo dijo...

Te recomiendo que leas la entrada titulada "HOPPER: crónica novelada de una exposición" que se publica en el blog llamado: "el frikismo ilustrado". Me ha parecido amena, divertida y muy muy original.